Una mansión poseedora de un temible y antiguo pacto entre su dueño y el diablo, permanece abandonada en el municipio de Ciénaga (Magdalena). Según relatan varios cienagueros, su propietario durante la bonanza bananera (que inició en 1901 con la llegada de la United Fruit Company), le ofrecía a satanás el sacrifico de trabajadores a cambio de mantener su riqueza.
Muchos aseguran que varios espíritus demoníacos habitan todavía en su interior. Al Día quiso conocer a fondo esta historia que pertenece a la tradición oral de los cienagueros y a los terroríficos archivos paranormales de la región Caribe, sumergiéndose en esta oscura leyenda antigua.
Según datos históricos, en 1908 don Manuel Varela, oriundo de Pivijay (Magdalena), un hombre de pocas carnes, moreno, alto y con un aspecto enigmático, llegó procedente de Sabanalarga (Atlántico) y se instaló en dicha residencia.
Enseguida se dio a conocer como un hombre de negocios, y su fama se extendería como uno de los más prósperos del sector bananero. Valera adquirió muchas tierras, construyó varias fincas, e incluso montó una línea férrea de un momento a otro, causando gran asombro entre sus colegas y los habitantes del lugar. Pero había algo sospechoso dentro de todo esto, ya que en sus propiedades ocurrían desapariciones de trabajadores y niños. También se murmuraba que su gran casa, llamada Mansión Manuelita, que data de 1918, fue construida por mano de obra dominicana.
En la vivienda, según estas creencias, se movían fuerzas infernales, que acrecentaban el mito de un pacto que don Manuel Valera había suscrito con el diablo para obtener riquezas en cualquier negocio que emprendiera.