Esta
historia trata de una joven, hija de nobles que una noche se fue con otras dos
amigas para dormir juntas.
Esta joven
vivía en un cortijo enorme, casi como un palacio y esa noche se supone que iban
a estar con su abuela pero ésta (que estaba muy enferma) tuvo que marcharse al
hospital dejando a las tres muchachas solas en el cortijo. Aquella no fue una
noche nada agradable: además de lo de su abuela, estaban en pleno mes de Julio
y una gran tormenta de verano caía sobre su comarca. Asustadas por los ruidosos
truenos que rompían contra las montañas cercanas, decidieron cogerse de las
manos para pasar mejor la noche. Era un dormitorio muy grande con tres camas
cada una al lado de la otra, con una ventana a la izquierda y la puerta a la
derecha, era tan grande que dejaba un buen espacio entre ellas, pero a pesar de
eso llegaron a tocarse las manos, cosa que las ayudo a pasar mejor la noche.
Al día
siguiente sus padres volvieron trayendo con ellos a la abuela, algo extenuada
pero mejor que la noche anterior y su
hija empezó a contarles el miedo que habían demasiado espacio entre las camas,
las muchachas con incredulidad la llevaron a la habitación para demostrarle que
si pero al tumbarse e intentar darse las manos descubrieron que les faltaban
casi medio metro para tocarse, entonces la abuela se incorporo y dijo “quizás
había alguien mas que buscaba consuelo anoche, no solo los vivos pasan miedo”.
uf me da algo jajaajjaa
ResponderEliminarAnda que menuda tranquilidad da la abuela a las chicas, jajaja
ResponderEliminarPORFAVOOOOOR ME DA ALGO
ResponderEliminarMadre mía y las chicas pensando que eran sus manos...vamos ni loca vuelvo yo a la casa de la abuela.
ResponderEliminarque horror por dios que miedooooooooo¡¡¡¡¡¡ me da algo¡¡
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