Este ritual terminará con las vibraciones maléficas, ya sean
internas o externas.
Elementos
Una imagen de San Expedito, una imagen de la Virgen, una
vela blanca, una cinta roja.
Ritual
Disponga la vela y las imágenes a modo de altar en un lugar
limpio y tranquilo. Ate con triple nudo la cinta roja en la base de la vela
y,luego, disponga el maíz junto a ella. Por tres noches seguidas, báñese antes
de dormir pensando en que el agua está limpiado su cuerpo y su alma. Luego,
vaya hasta el altar, prenda la vela blanca y rece cada día las oraciones del
“Triduo de San Expedito” (para rezar 3 días seguidos).
Triduo
Primer día
“Glorioso San Expedito, vengo a implorar tu socorro y
obtener de Dios, por tu intercesión, las gracias que solicito de su
misericordiosa bondad. Admiro tu dedicación y fidelidad al deber de estado. Por
la manera por la cual desempeñaste tus deberes de soldado y de jefe, enseñaste
a todos que no hay estado de vida en el que no podamos santificarnos. Basta
para eso cumplir cristianamente todas las obligaciones. Concédeme pues, por los
méritos que adquiriste delante de Dios en el cumplimiento de estos deberes, la
gracia de cumplir yo también fielmente, los de mi propio estado sin jamás
lamentarme ni acobardarme. Concédeme además de eso, las gracias que solicito
del cielo durante este Triduo. Amén.” (Diga sus intenciones o haga su pedido.)
Segundo día
“Glorioso San Expedito, yo admiro en ti la rapidez con que
en cualquier ocasión actuabas para el cumplimiento de tu deber. Por eso eres el
modelo de la generosidad y del celo con que debemos dedicarnos al trabajo, muy
especialmente de nuestra santificación. Por los méritos que adquiriste de este
modo, ven en auxilio de mi tibieza en la práctica de la virtud, a fin de que me
separe completamente de los lazos que me ligan al pecado y que pueda darme más
enteramente al servicio de Dios y del prójimo con generosa actitud. Concédeme
además de eso, las gracias que solicito del cielo durante este Triduo. Amén.”
(Repita las intenciones o pedido)
Tercer día
“Glorioso San Expedito, la prueba y el sufrimiento nunca te
fueron evitados. Supiste aceptarlos con coraje y confianza. Y, con el fin de
asemejarte más al Divino Crucificado, no rehusaste de verter tu sangre por él.
¡Cuán lejos estoy de imitarte! Ante las menores pruebas y dificultades
cotidianas, me lamento, gimo y a veces me revuelco, en vez de aceptarla
filialmente como venidas de la Divina Providencia. Enséñame pues, a no
lamentarme jamás y antes aceptar generosamente, para purgar mis faltas, todas
las cruces que me reserva la Divina Providencia. Concédeme además de eso, las
gracias que solicito del cielo durante este Triduo. Amén.” (Repita las
intenciones o pedido.)
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