Te presentamos unos ejercicios de meditación para renovar y atraer las energías positivas en tu vida:
Ducha alternada calor-frío
Son pocos los que toman una ducha con estas características, que relaja, pero, también, tonifica y energiza la piel y los sentidos.
– Dúchese como siempre, utilizando agua caliente, pero sin llegar a quemarse. Luego, emplee el rociador o alguna otra modalidad de la ducha (lluvia liviana, por ejemplo) para terminar su baño con agua fresca.
– Además, puede realizarse fricciones con plantas medicinales para sentirse aún mejor. Use lavanda para aliviar la tensión muscular y nerviosa; limón para mejorar la tonicidad de todo su cuerpo y eucalipto para mejorar la respiración.
Repita esta frase: “Dejar que fluya”. Es una expresión muy utilizada por adolescentes, que condensa una idea interesante para aplicar. Implica permitir que las sensaciones propias se liberen y no pretender un control minucioso de todas las circunstancias.
Visualización del día que comienza (o que continúa)
– Siéntese en un lugar tranquilo, donde sepa que no será molestado. Debe estar en una posición cómoda y relajada, con la espalda recta, pero sin tensión.
– Cierre los ojos y respire hondo, inspirando y exhalando por la nariz.
– Imagine el desarrollo de sus actividades y mírese en esa “película” que usted mismo proyecta, realizando esas tareas.
– Indague sobre el estado de ánimo de esa persona -que es usted- y envíele fuerzas y entusiasmo para terminar con todo lo que se propone. Visualice cómo esa energía llega a su cuerpo y a su mente.
– Una vez que haya completado con su ejercicio de visualización y fortalecido imaginariamente con esa fuerza mental, levántese despacio y realice su primera tarea del día.
Repita: “Necesito saber qué es lo más importante para mí hoy”. Fijarse objetivos y organizarlos jerárquicamente lo ayudará a organizar prioridades y a elaborar sus metas, sin aumentar la ansiedad y la insatisfacción.
Puesta en marcha de la receptividad
– Parado, con los pies paralelos y separados, siguiendo el ancho de su espalda, flexione las rodillas y respire hondo, procurando que el aire entre y salga por su nariz. Manténgase en esta posición durante un minuto.
– Deje caer su torso hacia el suelo y cruce sus brazos por delante, de tal manera que sus manos (o sus dedos) toquen el piso. Siga inspirando y exhalando por la nariz.
– Vuelva a incorporarse con suavidad y lentitud, desde la cintura a los hombros, que deberá ser lo último que quede en posición vertical. Continúe con las rodillas flexionadas.
– Cuando esté parado de nuevo, levante sus brazos y crúcelos sobre su cabeza. Quédese en esa posición por dos minutos.
– Descruce sus brazos y manténgalos en alto, como si sostuviera una gran pelota. Los codos y las rodillas deben estar flojos y, las palmas de las manos, enfrentadas.
– Con lentitud, vuelva a bajar el torso hacia el piso, manteniendo los brazos estirados y sobre la cabeza. Comience a espirar por la boca y vuelva a bajar el torso hacia el piso con los brazos separados y flojos. Incorpórese y repita todo el ejercicio dos veces más.
Repita: “¡Qué bueno sería sentir un minuto de pasión en este día!”. Aunque sea uno sólo, por la pareja, por el trabajo, por los hijos o por la vida misma. Esa sensación de entusiasmo profundo aumentará su creatividad y su fortaleza frente a las complicaciones diarias.
Respiración integradora
– De pie, coloque las piernas y los pies de forma paralela, algo separados entre sí. Mientras, mantenga las rodillas algo flexionadas.
– Al mismo tiempo, entrecruce los dedos de las manos y, en esa posición, llévelos hacia la nuca, al tiempo que realiza una inspiración profunda.
– Retenga el aire en los pulmones y, mientras tanto, apriete una palma contra la otra, de tal manera, que consiga poder abrir y flexibilizar su caja torácica lo más posible.
– Repita el ejercicio, pero, esta vez, suelte el aire (espire) en lugar de inhalarlo.
– El ejercicio debe ser repetido tres veces seguidas, una vez con una inspiración y otras tres con espiración, de forma alternada.
Es decir, inspire y exhale tres veces seguidas; y repita todo este procedimiento otras dos veces seguidas más.
Repita: “Mi autoestima es amplia y fuerte: me doy a mí mismo lo que también puedo brindar a los demás”. Para empezar bien el día, es preciso que el trato consigo mismo sea bueno y comprensivo. Las personas que se castigan y se reprochan todo el tiempo emiten una imagen negativa que reduce la estima que los demás pueden sentir por ellas. Si usted no se trata bien, nadie lo hará por usted.