Los conflictos provocan fuertes emociones, así como
sentimientos de decepción y malestar. Cuando un conflicto se maneja de manera
poco saludable puede causar resentimientos y rupturas irreparables. Sin embargo,
cuando los conflictos se manejan de forma saludable aumenta la comprensión y la
confianza y se fortalecen los lazos de relación.
Para enfrentarse de forma adecuada a un conflicto es
fundamental conocer los propios sentimientos y emociones para conocer las
propias necesidades. Si uno no conoce sus propios sentimientos y lo que le está
pasando es muy difícil comunicarse con el otro y resolver un conflicto. Eso
puede dar lugar a que se generen discusiones por una cosa trivial cuando sin
dejar que salga lo que realmente es causa de conflicto.
De qué depende la capacidad para resolver conflictos
La capacidad para resolver con éxito un conflicto depende de
la capacidad de cada uno para controlar el estrés, controlar las emociones,
prestar atención al otro y ser conscientes y respetuoso con las diferencias.
– Controlar el estrés: Si eres capaz de controlar el estrés
de forma rápida sin dejar de ser alerta y calma podrás leer con precisión e
interpretar la comunicación verbal y no verbal del otro.
– Controlar las emociones y el comportamiento: Si eres capaz
que mantener el control de tus emociones podrás comunicar tus necesidades sin
amenazar ni asustar (y sin agredir física o verbalmente) a los otros.
– Prestar atención: Sólo así podrás descubrir sus sentimientos
y escuchar lo que te dice.
– Ser consciente de las diferentes y respetarlas: Si evitas
palabras y acciones irrespetuosas conseguirás resolver el problema más rápido.
Cómo gestionar y resolver conflictos: Consejos
1. Presta atención y escucha: Cuando escuchamos nos
conectamos más a nuestras propias necesidades y emociones, así como con las de
otras personas. Escuchar también nos fortalece y nos informa de lo que pasa, y
hace que sea más fácil que otros nos escuchen.
2. La prioridad es la resolución del conflicto, y no ver
quién tiene razón: No se trata de ganar o perder en la discusión, sino de
mantener la relación y seguir adelante. Para eso es fundamental ser respetuoso
con la otra persona y con su punto de vista.
3. Sin rencores: lo que importa es el hoy: Si te mantienes
anclado en resentimientos del pasado tu capacidad para ver la realidad actual
se verá afectada. Si quieres seguir adelante tendrás que centrarte en el
momento (aquí y ahora) y resolver el problema actual, en vez de mirar al
pasado.
4. Si puedes evitarlo no des lugar al conflicto: Resolver un
conflicto puede ser agotador, por lo que haz todo lo posible por evitarlo si
realmente puedes hacerlo, especialmente si se trata de un tema sin
trascendencia.
5. Debes estar dispuesto a perdonar: Es imposible resolver
el conflicto si no estás dispuesto a perdonar o eres incapaz de hacerlo. Si no
eres capaz de liberar la necesidad de castigar al otro no podrás resolver el
conflicto de verdad, incluso aunque se llegue a un acuerdo a una tregua.
6. A veces hay que dejar que las cosas pasen: Puede que en
algunas ocasiones sea imposible llegar a un acuerdo. Pero “dos no discuten si
uno no quiere”, por lo que puede ser buena opción en algunos desconectar y
seguir adelante, sin dejar que el conflicto llegue a lo personal.
Aunque esto no siempre es posible o aconsejable, puede ser
una opción para sobrellevar pequeños desacuerdos y que el conflicto no crezca y
se convierta en algo realmente importante.
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