1.
Desconexión inminente, cuando compartimos
conversaciones con ellas no solo nos desahogamos y soltamos fuera todo eso que
nos afecta, sino que además somos capaces de desconectar, evadirnos y conseguir
cambiar totalmente nuestro chip.
2.
Siempre encontramos buenos motivos para brindar,
compartir una comida, eres tú misma, nadie te juzga por contar chistes malos,
vestir a tu manera o por querer comerte todas las tartas de chocolate del mundo
en una sola tarde. Ellas te conocen a la perfección y nunca, nunca te sentirás
obligada a comportarte de un modo que tú no eres.
3.
Ser tú misma, te sientes cómoda, eres tú misma,
nadie te juzga por contar chistes malos, vestir a tu manera o por querer
comerte todas las tartas de chocolate del mundo en una sola tarde. Ellas te
conocen a la perfección y nunca, nunca te sentirás obligada a comportarte de un
modo que tú no eres.
4.
Reír hasta que te duela la barriga, si hace
mucho que no experimentas esta sensación, ya estás tardando en escribir a tus
amigas por ese grupo de WhatsApp que tenéis tan olvidado y proponerles una
tarde de cine, una cena en casa o una mini escapada de fin de semana. Elijáis
el plan que elijáis estoy segura de que invertirás gran parte de tu tiempo en
reírte a carcajadas. Y qué puede haber más saludable que eso.
5.
Olvidarte al menos temporalmente de tus
responsabilidades, a medida que nos hacemos mayores, vamos adquiriendo nuevas y
mayores responsabilidades en el trabajo, con la familia o los niños, si los tenemos.
En esa rutina ajetreada, parece misión imposible encontrar un hueco para salir
con nuestras amigas de siempre y compartir con ellas un buen rato. Cuando al
fin lo hacemos, nadie puede negar que volvemos unos años atrás y nos despojamos
de todas esas obligaciones que nos han traído los años. Así que deja de ponerte
excusas y encuentra un hueco en tu agenda.
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